jueves, 1 de diciembre de 2011

Documento del CAI sobre nuestro proceso interno en el pueblo mapuche

                                                                           Puelmapu,noviembre de 2011.
A los lamngen y peñi
A las organizaciones hermanas
A activistas y dirigentes del campo del pueblo
 
El camino de la propia conciencia política, de la autoafirmación en la identidad como pueblo originario y de la confrontación política e ideológica con los opresores (en nuestro caso, especialmente con los Estados de Chile y Argentina y las provincias donde vivimos) tiene etapas, tiene acontecimientos cuyo análisis es imprescindible para situar y (re)situarnos en este momento de la lucha ante los gobiernos de los capitales trasnacionales y extractivistas.
Como pueblo mapuche somos una expresión colectiva con diferencias en las formas organizativas, en las estrategias, en las visiones del proceso de reconstitución de la cosmovisión ancestral, en la caracterización del modelo capitalista (puntualmente en Argentina y los últimos gobiernos nacionales y provinciales),  en las formas y el destino de la acumulación de poder propio, en la identificación y confrontación con los discursos hegemónicos de negación sistemática de nuestra existencia como pueblo originario y nuestros derechos a la autonomía y autodeterminación.
Así es que hay coyunturas, situaciones políticas que aparentan ser internas  de nuestra organización –o, en todo caso, del pueblo mapuche en puelmapu-, las que analizadas en profundidad revelan las estrategias de cooptación y burocratización desplegadas, instrumentadas y financiadas por el Estado en Argentina que constituyen ataques indirectos a la lucha histórica de los pueblos originarios. Gente mapuche, incluso gente salida de nuestra propia organización, se pliega y participa activamente de esa estrategia de estado destinada a debilitar y a minar toda esperanza de recrear una vida libre en el wallmapu (territorio ancestral mapuche), a negar toda posibilidad por fuera del sistema capitalista imperante,  a poner un precio (en dinero y/o en especies) al territorio y sus bienes, a legitimar como pluralista a los gobiernos que sufrimos por su racismo y colonialismo.
Nuestro propio camino
Creímos imprescindible lo anterior para contar sobre nuestro propio camino como organización política del pueblo mapuche autónoma desde puelmapu. Es imposible establecer un momento de creación del CAI ya que fue un proceso en el que confluímos varios grupos de peñi y lamngen que nos movilizamos fuertemente en 1984 ante el dolor de nuestras familias por la nevada grande y confluimos para el año siguiente en el campo. (En los '70 en distintas zonas vivimos experiencias organizativas con las cooperativas; en los '80 se sumaron las representaciones por parajes, juntas vecinales;  todo eso cuaja quince años después con la crisis que expuso la nevada grande).
En ese estado de movilización nos encontrábamos cuando el gobierno de Río Negro, en el marco de la apertura democrática y las políticas que impulsaba el alfonsinismo, propuso el debate que culminó con la ley integral del indígena de Río Negro que se institucionaliza para 1988.
La pelea por la ley y su implementación efectiva fue una etapa de mucho aprendizaje. Por una parte recuperamos la instancia del trawün como espacio de encuentro, elaboración del pensamiento colectivo y toma de decisiones. Por otra parte, nos exigió aprender sobre la dinámica del estado, de sus instituciones y del juego de sus poderes.
Así participamos y conseguimos que se conformara el Codeci (Consejo de Desarrollo de Comunidades Indígenas) creado por la ley, órgano de aplicación integrado mayoritariamente por mapuche pero no expresión propia mapuche. Siempre supimos y fuimos conscientes que el Codeci es una estructura del estado de Río Negro y sus integrantes empleados públicos o funcionarios. La dependencia de los fondos públicos y del ritmo de la burocracia estatal se vio ni bien empezó a andar, por lo que nos retiramos en los '90 y lo seguimos considerando como lo que es: una instancia del estado en RN cuya misión y función es aplicar la ley integral del indígena.
Al mismo tiempo nos retiramos de la Coordinadora del Parlamento Mapuche, que habíamos ayudado a crear antes no como una organización sino como instancia de coordinación.
Esas decisiones no fueron caprichosas ni casuales. En 1997, el trawün de Huahuel Niyeu del CAI decidió dar por finalizada la etapa del reclamo administrativo por el derecho al territorio y comenzar una etapa de recuperación directa y de hecho del territorio que nos fue robado de las peores maneras por particulares y el estado.
Hubo miembros del CAI que no acordaron ni con la estrategia de recuperación del territorio ni con el retiro del Codeci, entre otras decisiones que sostenemos hasta el presente.  Entre ellos estaba un grupo de Viedma que después se autoidentificó como CAI Atlántico y que días atrás nos violentó en nuestra propia ruka en Huahuel Niyeu.
Entendemos  todos los caminos emprendidos en libertad, también el de ese grupo. Sólo que jamás consentiremos la usurpación de nuestro nombre para llevar adelante un proyecto que incluye el ataque directo e indirecto a nuestra organización. Con paciencia y prudencia estos años aguardamos esperando que ellos y sus aliados repensaran sobre el daño que causan.
Otro proyecto
Con buenas y malas intenciones muchos sectores que conocen el conflicto que genera este grupo argumentan que es un problema interno del CAI, en una lógica y pensamiento afín a la de los partidos políticos del sistema liberal y a la de los sistemas electorales del sindicalismo, que nada tienen que ver con las formas organizativas y de construcción del quiñe raquizuam del pueblo mapuche.
De los innumerables hechos que demuestran que ese grupo sostiene y construye para otro proyecto político e ideológico, explicaremos dos casos que lo revelan: la oposición y boicot a la recuperación territorial del lof Casiano-Epugmer (Quetrequile, diciembre de 2000) y la solicitud de dos campos sobre la margen sur del río Negro a dos meses del crimen del legítimo ocupante (2006).
Oposición a la recuperación del lof Casiano-Epugmer. La decisión del trawün de Huahuel Niyeu del '97 fue madurando. Miembros del Codeci y de la Coordinadora (incluyendo gente que después se autodenominó CAI-Atlántico) se opusieron públicamente a  la recuperación del campo usurpado por Alfredo Abi Saad, uno de los tres hermanos que fueron históricamente enemigos del pueblo mapuche en la región. Horas antes de la recuperación fueron casa por casa de los Casiano infundiendo temor y anticipándoles que no los defenderían en caso de sufrir detención policial. Al día siguiente de la recuperación, el Codeci y la Coordinadora sacan un pronunciamiento público de oposición a la acción, que firman entre otros Hugo Aranea y Francisco Merillán. Ya iniciada la recuperación en diciembre de 2000, el Codeci adultera documentación en favor del usurpador Abi Saad.
Beneficiarios del crimen de Yurquina. Al menos desde 1992 Carlos Yurquina, jujeño, ocupó y trabajó dos parcelas fiscales ubicadas sobre la margen sur del río Negro, a unos cien km de San Antonio Oeste. El 11 de junio de 2006 se advierte su desaparición; después aparece un cuerpo calcinado que se supone es el de Yurquina.  A tres meses de la desaparición y crimen del legítimo ocupante, Carlos Hugo Aranea y Francisco Merillán formalizan ante la Dirección de Tierras la solicitud de los dos lotes que Yurquina "dejó" vacantes: uno de 183 has y otro de 49. En plena vigencia de la ley integral del indígena, el autodenominado CAI Atlántico solicita a Tierras como fiscaleros las parcelas que adjudica en agosto de 2008, cuando sosteníamos un fuerte conflicto con el gobierno en la recuperación de Quintupuray en Cuesta del Ternero. Los funcionarios de Tierras difunden la noticia por la prensa como prueba de "buena relación" con el pueblo mapuche. Nuestros representantes legales accedieron a ver el expediente que ilegal e ilegítimamente se inició usando nuestra  identidad; el expediente desapareció como es habitual en los despachos de Belacín y Tait, máximos funcionarios de la Dirección provincial de Tierras.
Nuestro presente
El 5 de noviembre, un grupo de mapuche tomó por la fuerza nuestra sede física en Huahuel Niyeu, medida política que había sido planteada en setiembre en el marco de un encuentro de pequeños productores. Es decir, no fue un impulso impensado ni aislado de un puñado de jóvenes sino la acción consecuente y premeditada de un proyecto de un sector del pueblo mapuche con el que tenemos diferencias políticas e ideológicas insalvables expresadas desde el '97, como ya relatamos.
Este ataque a la sede del CAI y a nuestros derechos como pueblo mapuche fue perpetrado personalmente por consejeros del Codeci (empleados públicos del estado de RN) y activistas de la Coordinadora del Parlamento Mapuche.
Este ataque "coincidió" con el recambio de gobierno en RN y el reacomodamiento en el tablero de posiciones; también con una  profundización en las condiciones de confrontación con el modelo de saqueo y apropiación masiva del territorio.
Compartimos con ustedes este análisis en la sincera, esperanzada e inclaudicable decisión de nuestros mayores de continuar  y profundizar el camino de creación y recreación de  la vida libre en el wallmapu, hoy prisionera de los estados de Chile y Argentina.

Peukallal
CAI

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